lunes, septiembre 29, 2008

UNA CITA CON HIALS. FIN DEL VIAJE.

30 de Julio.

La una del mediodía y en Viena cae un sol de justicia. Sin embargo, no estoy pensando en las altas temperaturas, mi mente viaja a otro lugar, al fin y al cabo el pensamiento es libre. Estoy pendiente de la hora y concentrada en el modo de llegar a mi destino y sobre todo, llegar a tiempo. Se acerca el momento. Nos cuesta encontrar el tren. Me muerdo las uñas. Al final el universo conspira para que todo salga según lo previsto. Se me hace largo el viaje, me entretengo mirando a las personas que me rodean, tan distintas unas de otras y cuando me doy cuenta hemos llegado a Vösendorf. Llevo las instrucciones en un trozo de papel arrugado:”Bajar del tren, mirar a mano izquierda, a 400 metros hay un puente gris muy feo, dirigiros en esa dirección...”, casi las se de memoria.


Caminamos siguiendo las indicaciones y enseguida vemos el centro de protección animal. Un edificio de dos plantas, naranja y gris. Nos gusta. Mi cita es a las dos y hemos llegado con media hora de antelación por lo que decidimos esperar sentados en unas escaleras a que llegue el momento y como todo en la vida, llega. En recepción una mujer rubia nos pregunta en alemán. Entendemos que quiere saber que es lo que queremos y le decimos nuestros nombres. Se queda a cuadros y nosotros también porque Paula nos aseguró que esto era suficiente y que habría dos personas esperándonos. Le decimos en inglés que Frau nos espera y sonríe enseguida: “yes, yes, spanien!”. Nos señala a una chica morena con unos preciosos ojos verdes que desde su mesa de trabajo nos dedica una sonrisa y nos da la bienvenida. Me llevé una sorpresa porque estaba convencida de que Frau era un hombre.






Frau nos pide dos minutos, termina de atender una llamada telefónica y se levanta indicándonos muy amablemente el camino mientras se excusa porque Gudrun, la cuidadora de Hials y Rosie, está de vacaciones y su presencia no va a ser posible, así que “sólo podremos verlos”. ¿Sólo?, ¡para mí eso ya es todo un milagro!.

Se abren todas las puertas a nuestro paso y me siento agradecida después de haber encontrado antes tantas otras cerradas en mi país. Me parecen transparentes, “pasen y vean porque no hay nada que ocultar, nada que esconder... "




Frau no deja de explicarnos cosas relacionadas con el centro. Hay viviendo allí unos 1500 animales sin contar los roedores, ufff...vemos caballos, tortugas, ocas, perros...salimos al exterior y volvemos a entrar en otro pabellón. El corazón me va a mil, sé que Hials y Rosie están cerca.. En el nuevo edificio hay dos chicas que se acercan a nosotros y se presentan, no consigo memorizar sus nombres...de nuevo abren puertas y nos invitan a pasar. Y allí, 50 metros más adelante lo veo, siento su mirada clavada en mí. Estoy nerviosa y emocionada. Me acerco al cristal. Hials me mira atentamente, con curiosidad sigue mis pasos para no perderdetalle. Hay en un lateral una parte enrejada y tenemos nuestras caras a la misma altura,separados tan sólo por la reja. Nos miramos fijamente a los ojos y ¡zas!, un montón de sensaciones me azotan por dentro, se mezclan pensamientos y sentimientos, hay un barullo en mi interior difícil de describir y la emoción me desborda. Me siento culpable por la situación de Hials, alguien de mi especie le arrancó de los brazos de su madre, asesinó a su familia, le quitó la posibilidad de balancear sus brazos musculados de una rama de árbol a otra y le obligó a pasar 26 años encerrado en una jaula de oro, atrapado en un país que nada tiene que ver con el mundo de dónde el viene...por otro lado me alivia comprobar que está muy cuidado, su “casa” desde hace 10 años está muy limpia, siento que está en buenas manos pero aún así me duele. Sus días son todos iguales, sus pasos se pierden entre cuatro paredes...Estoy pensando todas estas cosas cuando de repente, reparo en Rosie, la compañera de Hials, la
preciosa y tímida Rosie, ella también reclama mi atención. Me mira y su mirada habla por sí sola. La digo cosas. Quiero que se pare el tiempo.




Nadie me ha puesto límites, nadie me ha puesto obstáculos, puedo grabar, puedo tomar fotos...pero tengo dos chicas a mi espalda que esperan regresar a sus trabajos y siento con todo mi corazón no poder quedarme todo el día allí. Rosie pierde el interés en los nuevos visitantes y se va. Sube por una cuerda a la planta superior que es la que da al exterior y desaparece. Hials permanece un momento más a milado, yo creo que le gusto, vamos, estoy convencida y ya dije antes que el pensamiento eslibre. Al rato se da la vuelta y se dirige a su “cama”, o mejor, a su “nido”. Se sube y empiezaa golpear la plancha de metal con el brazo que le cuelga, TOC- TOC- TOC-TOC...sigue un ritmo y a cada golpe el ritmo aumenta, TOCTOCTOCTOC, en dos segundos comienza a saltar sobre el metal y es tan ruidoso que me quedo paralizada. Intuyo lo que está ocurriendo y permanezco inmóvil. De repente, Hials salta a lo más alto y golpea el cristal blindado con todas sus fuerzas. El cristal parece temblar. Lo veo enorme, grandioso, majestuoso y realmente estoy impresionada con esta demostración de fuerza que me ha regalado. Si lo que quería era llamar mi atención, desde luego que lo ha conseguido. Hials baja como si no hubiera pasado nada. De nuevo se arrima al cristal y da besitos, ¡para comérselo!, y tristemente siento que debo decir adiós. No quiero abusar de la confianza ni del tiempo de estas personas que tan amablemente me han brindado esta oportunidad. Me despido de Hials y siento de verdad tener que hacerlo.

Esta fue mi cita con Hials, también con Rosie, mi encuentro con estos hermosos chimpancés cuyos ojos no puedo olvidar. Quiero agradecer especialmente a David Díaz su ayuda al ponerme en contacto con Paula que fue la que me facilitó el acceso a las instalaciones y también a Frau y sus compañeras por dejarme que pasara unos minutos junto a Hials. Sin ellos, sin su colaboración y ayuda, nunca hubiera podido disfrutar de esta cita tan especial. Gracias también a Proyecto Gran Simio, a todos mis compañeros , a Pedro que compartió conmigo este maravilloso momento y especialmente a “mi jefe”, Pedro Pozas, por animarme, darme la idea y orientarme en cómo podía llevarla a cabo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un gran viaje y unas mejores fotos que a algunos nos ha permitido ver cosas como si estuviesemos en el lugar y particularmente me ha despertado una sana envidia.
Pero lo que más me ha gustado de tu relato es lo que explicas en el centro de protección de animales.Y no por lo que cuentas sino por como lo cuentas.Con esa fuerza y pasión que desprendes cuando algo te interesa de verdad. A traves de tu escrito yo he sentido los golpes del cristal de Hials desde mi casa, he notado su mirada clavada en la mia, he sentido que estaba allí con vosotros.
Lo dicho, un gran viaje que gracias a tus relatos y a las fotos de D.Pedro lo hemos hecho nuestro.
Un abrazo muy fuerte.

Lorena dijo...

Gloria, gracias por la visita, una vez más...besotes guapa!

Esquirol, ¿qué quieres que te diga???, no sé si se puede llegar a transmitir los que sentí, pero es cierto que escribí el texto unas horas después de la visita y todavía sentía con fuerza la emoción de esta visita tan especial. Inolvidable para mí y me alegra mucho saber que te has tomado unos minutos para leerla. La historia de Hials es famosa en Austria, es el primer chimpancé que se lleva al Tribunal de Estraburgo. Alguién le dejó su herencia precisamente para asegurarse de que el resto de su vida fuera lo más digna posible, sin embargo, necesita un tutor que controle que nunca acabará en un circo o en un zoo...es una historia larga y complicada, dura y cruel, pero es lo que hay...si te interesa ya te mandaré información. Besotes.